Verónica, una actriz, mientras espera a su hija que realiza un “casting” para un proyecto cinematográfico, se encuentra, casualmente, con un ex amante. Inevitablemente surgen las imágenes de un suceso traumático. Daniel Veronese reitera la referencialidad al teatro mismo, al agonismo entre lo real y lo verdadero (la situación en la que Verónica y Len esperan que Anna finalice su prueba) y la ilusión (la representación, el “lugar” en el que sucede la filmación). En ese sentido el tiempo-espacio de la obra no resuelve las disyuntiva verdad / mentira, pero la relativiza, una categoría parece alimentar a la otra y, en definitiva, las dos historias son imprecisas, fragmentarias, improbables.
La atmósfera es intensa, casi onírica y resulta de una transfiguración de la realidad que une el pasado, el presente y el futuro, y la trasciende.
- 07/10/2005 - El teatro está hecho de la falta y su correspondiente melancolía - Por: Gisela Girolami