Taller De Investigaciones Teatrales (T I T)

Buenos Aires, fines de 1976. Hacía unos meses había tomado el poder la Junta Militar. Regía el Estado de Sitio. Juntarse más de 3 personas en un lugar público sin permiso era delito; no había resquicios de libertades y derechos democráticos; las calles eran transitadas por soldados a pie o en camiones, con ametralladoras en mano; los parapoliciales rondaban en sus Ford Falcon. Parecía un país ocupado, invadido por un ejército mercenario al servicio de una potencia extranjera; en realidad, era algo así. Se secuestraban luchadores y disidentes, la gran mayoría jóvenes. Eran torturados y asesinados, escondiéndose su paradero final. En ese contexto nació el TiT, Taller de Investigaciones Teatrales. Su configuración final y su personalidad se debieron a 3 factores que coincidieron en tiempo y lugar:

- Un grupo de jóvenes de izquierda que venían haciendo teatro y querían hacer teatro alternativo, entre ellos Gallego (Rubén Santillán), Gali (Marta Cocco) y Beto Burstein.

- Un grupo de jóvenes militantes del PST (Partido Socialista de los Trabajadores, por supuesto clandestino en ese entonces) que buscaban integrarse a grupos de arte para obtener cierta contención y semilegalidad y poder seguir haciendo actividad política en ese momento de feroz represión, entre ellos Chiari (Ricardo D’Apice), Chacho (Pablo Navarro Espejo), Misionera (Mónica Flores) y Raúl Zolezzi. Se insertaron en grupos de teatro para intentar influir políticamente en AET (Asociación de Estudiantes de Teatro).

- Juan Uviedo, director de un teatro transgresor, con experiencia artística en Europa y Estados Unidos.

El resultante fue un grupo de teatro que resistió a la dictadura y a la vez buscó romper parámetros que enchalecaban al arte.

Los jóvenes nombrados en los párrafos anteriores ya se conocían antes de tener noticias del TiT. Formaron una lista para presentarse en las elecciones de AET de principios del ’77 y salió segunda, detrás de la lista de la FJC (Federación Juvenil Comunista). Como el margen de diferencia de votos fue estrecho, la lista ganadora invitó a Gali, Beto y Misionera a formar parte de la nueva dirección. Fueron estos 3 jóvenes quienes un día de mayo de 1977, viajando en un tren subterráneo de Buenos Aires, recibieron de manos de alguien unos 15 ó 20 años mayor un volante promocionando el TiT. Era Juan Uviedo. Charlaron unos minutos y los jóvenes quedaron impactados. Gallego y Chiari fueron convencidos de entrar todos juntos al TiT, dejando los grupos adonde se habían integrado anteriormente. Luego ingresaron Chacho y Raúl.

Como se ve en el volante entregado por Juan (imagen que inicia esta página), él mismo se presentaba como director y provocador. Para él, el rol de director teatral no era el de determinar todo lo que debían hacer los actores y cómo hacerlo, sino coordinar un proceso de investigación, experimentación y de creación colectiva, cuyo hilo conductor fuera la transgresión (a los cánones artísticos, a la moral y las buenas costumbres, a los límites ficticios que se imponían a la vida). El director provocaba a los actores y recibía sus reacciones para lanzar una nueva provocación. Los actores debían provocar al público y recibir sus reacciones para seguir provocándolo, con el objetivo de lograr su participación, su movilización, su deseo de involucrarse, hasta que en un momento no hubiera diferencia entre actores y público y se animaran a transgredir juntos.

El público no debía permanecer pasivo, el teatro es gente en movimiento representando una mentira, a través de la cual puede colarse una verdad. Por lo tanto lo esencial no era enseñar técnicas especiales para mentir, sino quebrar las trabas que pudiera tener una persona para actuar. Los ejercicios físicos y de expresión corporal ocupaban un alto porcentaje del tiempo en los ensayos. Cualquiera podía actuar con un poco de entrenamiento, no se requerían talentos especiales. Los actores creaban bloques o escenas durante los ensayos (individualmente, o en dúos, tríos o grupos mayores) en base a pautas que resultaban de la investigación. Esos bloques se usaban en los montajes e intervenciones y podían enlazarse o relacionarse de distintas formas. Generalmente se los numeraba pero también se les ponía nombre.

Durante estos acontecimientos (elecciones de AET e ingreso al TiT) Gallego y Gali devinieron también en militantes del PST (Gallego ya había tenido una experiencia con el partido), y a la vez los “antiguos” militantes, quienes se habían insertado en grupos artísticos principalmente para hacer actividad política, abrazaron con fuerza la idea de hacer teatro alternativo a partir de la propuesta de Juan de provocación y transgresión, que trasvasaba el teatro e incluso el arte para convertirse en una forma de afrontar la vida, especialmente en el entorno histórico en el que estaban inmersos. Esta combinación de procesos no es un detalle menor, ya que Juan estaría poco tiempo al frente del TiT, y ante su repentina ausencia serían Chiari, Gallego y Gali quienes formaron de hecho una nueva dirección, joven e inexperta, pero con gran pasión. Una pasión que de acuerdo a las características e inclinaciones ideológicas de los jóvenes directores tendría dos patas inseparables con las que caminaría el TiT el resto de su existencia: pasión por intentar revolucionar el arte y pasión por la revolución social.

Juan y el TiT ya habían realizado el montaje "La navaja en el sueño", basado en textos de Artaud. Cuando se integraron Chiari, Gallego, Gali y compañía, el TiT estaba haciendo una investigación en base a la novela “El balcón” de Jean Genet, y el fruto del trabajo se montó en una muestra de AET en septiembre en la sala Moliere. En diciembre el TiT realizó el montaje “Fiesta de campo” en el Club Defensores de Almagro, en parte con la investigación de “El balcón” pero mezclada con otros trabajos nuevos.

En marzo del ’78 Juan fue arrestado y llevado preso a la Cárcel de Las Flores en Santa Fe, a raíz de una antigua causa por “corrupción ideológica de menores”, comenzada por un militar con un claro objetivo de persecución ideológica contra Juan. Chiari, Gallego y Gali visitaban a Juan en la cárcel y lograron que el abogado socialista Enrique Broquen (uno de los pocos que se animó a defender presos políticos en aquellos años) asumiera su defensa. Mientras, Chiari tomó la posta y siguió dirigiendo al grupo (llamado Grupo Madre, porque la idea era que algunos de sus integrantes abrieran más adelante sus propios grupos con nuevos actores). Se continuó un trabajo comenzado por Juan y el resultado fue el hecho teatral “Babel Lebab”, realizado por primera vez durante una fiesta en el Club Atlético Stentor de Villa Luro en el mes de julio. En esa ocasión un organizador de la fiesta interrumpió la escena en un bloque llamado “La ceremonia de los hábitos del Obispo” (durante el cual Raúl se desvestía para tomar los hábitos) por considerarlo ultrajante e inmoral en un club de barrio; corrió el telón amenazando con una botella en la mano, y luego de una discusión entre la gente presente (ya que parte del público defendió al grupo), los titeanos fueron echados (texto sobre este hecho). En octubre el Grupo Madre, también bajo la dirección de Chiari, realizó la muestra “Los propios dioses” en el Club Social y Deportivo Villa Ballester. A mediados de año Beto abrió su grupo (con el que realizó la intervención en República de los niños) pero se disolvió a fines de año. Entonces abrió un grupo Gallego y a principios del año siguiente Gali hizo lo propio (llamado Grupo de Marta). En ese proceso el Grupo Madre transmutó a Grupo de Ricardo. El 31 de diciembre de 1978 Juan logró fugarse de la cárcel y escapar a Brasil.

Desde principios del ’79 el Grupo de Gallego investigó sobre el lenguaje de los sueños y el Teatro de la Crueldad de Artaud, y el resultado se montó durante 4 jornadas en mayo en la sala Espacio libre de San Telmo bajo el nombre “Para cenar: Artaud”. Al mismo tiempo algunos miembros del TiT crearon el Zangandongo, un movimiento más amplio cuyos objetivos eran aglutinar jóvenes de todas las artes para juntos producir más, debatir sobre el rol de los artistas, y luchar contra la censura y la opresión en general. Su Primer manifiesto se entregó al público asistente a “Para cenar: Artaud”. Luego el Zangandongo editó folletines, cuadernos teóricos, organizó “fiestas” (la palabra “fiesta” era una forma de eludir la represión) y el ciclo Alterarte I a fines de año en Teatro del Plata, el primer encuentro masivo de jóvenes artistas bajo la dictadura, que reunió a un importante caudal de la vanguardia artística porteña de aquel entonces. Por su lado el Grupo de Ricardo investigó el Teatro del Absurdo y presentó el montaje "Engordando con Ionesco" en agosto en Espacio libre y en octubre en sala Moliere. Paralelamente creó el hecho teatral "Vaudeville champagne", mostrado a fin de año en el Club Tucumán de Quilmes. El Grupo de Marta investigó textos de Lautreamont y presentó el montaje “¿Quiés es Lautréamont?” en octubre en Espacio libre. En el marco de Alterarte I los 3 grupos del TiT mostraron sus trabajos: el Grupo de GallegoEl teatro y su doble” (basado en el libro homónimo de Artaud, especialmente en su capítulo “El teatro y la peste”), el Grupo de MartaPara Lautreamont” y el Grupo de RicardoEngordando con Ionesco” y “Vaudeville champagne”.

A mediados del ’79 el TiT alquiló una casona en Avenida Córdoba al 2000 para tener mayor libertad y mejor organización. No se dependió más del alquiler de salas de ensayo; se ensayaba a cualquier hora, el tiempo que se quisiera. Se abrieron “escuelas” para nuevos actores, se daban clases de Tai Chi Chuang, se organizaron muestras, y se acercaron muchos jóvenes ansiosos por hacer arte. Se crearon el TiM (Taller de Investigaciones Musicales, creado y dirigido por Chester -Elías Palti- y La flaca -Graciela Ramas-), el TiL (Taller de Investigaciones Literarias), el TiP (Taller de Investigaciones Plásticas) y más adelante el TiC (Taller de Investigaciones Cinematográficas), talleres que usaron también la casona y participaron de ensayos y montajes del TiT. Raúl abrió su propio grupo y a fin de año varias titeanas crearon el Grupo de la Mujer (luego llamado Las ruahínas), que organizó estudios de escritos feministas. En esos meses ya sobrepasaba el centenar la cantidad de miembros activos de los talleres, la mayoría de entre 17 y 22 años (los directores del TiT tenían 22), que investigaban y ensayaban, debatían y defendían las posiciones del Zangandongo, y aportaban económicamente para solventar los gastos. Se creó una dirección con integrantes de distintos grupos pero todo era discutido en asambleas de miembros, adherentes y seguidores. Se trabajó en conjunto con otros grupos afines ideológicamente, por ejemplo la ECM (Escuela de Mimo Contemporánea) dirigida por Alberto Sava, que a fines de año realizó en la casona la puesta de su trabajo “La fiesta”. La casona se convirtió también en un lugar de convivencia comunitaria varias horas de todos los días. En cierta forma y sin proponérselo, el TiT era mucho más que talleres de arte alternativo y revolucionario. Era como una tribu abierta que intentaba contagiar a la mayor cantidad de jóvenes. Fue un refugio para marginados y perseguidos, para ex encarcelados y torturados, para “locos” que alternaban asilos con la vida, para jóvenes que deseaban vivir la juventud intensamente en momentos en que ser un joven con inquietudes y sensibilidad social era muy peligroso. Fue un universo dentro del mundo cruel de la realidad, porque los titeanos vivían según códigos y valores de la sociedad que soñaban y por la que luchaban; pero nunca la intención fue cerrarse o aislarse, por el contrario se ponían todas las energías en modificar esa realidad, aunque fuera en mínimo grado.

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