Qué bueno que estés acá

En una cabaña de un pequeño pueblo del sur, dos hermanos lloran la inesperada muerte de sus padres en un accidente. La compañía de algunos seres queridos hará más llevadero el difícil momento. La vida los arrastra y los sumerge nuevamente en lo cotidiano. A su pesar, el tiempo (aunque por momentos parece detenerse) sigue corriendo. Afuera solo ven la eternidad, en forma de montañas cubiertas de nieve. En el pueblo está el pasado que parece romperse. Adentro de la cabaña, el fuego, las fotos, los cuadros y la sensación de que algunas cosas con el tiempo se van haciendo cada vez más chicas.

“Cuando murió Kizuki aprendí una cosa. Quizá me resigné a hacerla mía: “La muerte no se opone a la vida, la muerte está incluida en nuestra vida”. Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero ésta es sólo una parte de la verdad que debemos conocer. La muerte de Naoko me lo enseñó. Me dije: “El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso”.

- Haruki Murakami. Tokio blues. Norwegian wood -


Ezequiel Tronconi fue nominado a los "PREMIOS FLORECIO SANCHEZ 2011" como Revelación Masculina.

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