La idea de federalismo del país se da fluidamente, cada vez con mayor riqueza y nivel creativo, en el ámbito artístico, encarnada en festivales, encuentros y foros regionales y nacionales. Estos eventos surgen principalmente de la necesidad de intercambio y muestra de proyectos, modos de trabajo, problemáticas y resoluciones concretas. Sirven, principalmente, para afianzar identidades, a la vez de desarrollar estrategias para dinamizarlas frente a la ola de información global ante la que nadie quiere quedar aislado o ahogado.
Un polo que viene creciendo de manera pareja se ubica en el norte del país, la región que comprenden las provincias Salta, Jujuy, La Rioja, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, en cuyas capitales se mantiene un diálogo fluido entre artistas de las artes escénicas.
En Tucumán, favorecidos recientemente por la promulgación de una ley provincial (Ley 7854 que ha creado la Comisión Provincial de Teatro Independiente-Ente Cultura de Tucumán) -que todos los involucrados del quehacer teatral supieron conseguir luego de largos debates-, tres grupos independientes de danza y teatro de la ciudad obtuvieron un subsidio que les permitió organizar el 4º Encuentro de Teatro Danza y Artes Escénicas del Movimiento, abriendo por primera vez la convocatoria al país. También contaron con el apoyo del Instituto Nacional de Teatro local. Así llegaron al jardín de la república grupos de la región, pero también desde Córdoba, Rosario y desde Buenos Aires, de modo que se dio un verdadero encuentro de realidades diversas, estéticas diversas, pero una problemática similar y las mismas ganas de seguir desarrollando la actividad. La mayor coincidencia fue, sin duda, la aseveración sobre la necesidad de convertirse en gestores, y no en productores simplemente, en personas capaces de gerenciar la cultura local, en vistas de lo "glocal", es decir, producir sentidos amplios que partan desde la propia diversidad. Esta observación, lamentablemente, es producto de lo opuesta que es la realidad de la gestión cultural de los organismos estatales o gubernamentales, donde no encontramos en general, o sostenida en el tiempo, una política de desarrollo acorde a las capacidades del sector, que no sólo involucraría a los artistas sino a la comunidad; políticos que sobre todo parecen miopes ante lo que significa para el estado esta actividad, que amén de favorecer la imaginación, la diversión, la formación, agrega valor y es generadora de riquezas.
El festival tucumano, organizado por los grupos La Rendija, Andantes y La Vorágine, se llevó a cabo entre el 13 y el 16 de noviembre. Se presentaron ocho obras y cuatro intervenciones, se mostró un archivo fotográfico en homenaje a la coreógrafa tucumana Beatriz Labatte, se dictaron dos cursos prácticos y de debatió en tres charlas. El espacio de muestras fue la sala Orestes Caviglia, perteneciente al Ente de Cultura de Tucumán, cuyos funcionarios lamentablemente brillaron por su ausencia. A pesar de ello, la organización fue loable, muy profesional.
Las obras revelaron variedad de estéticas, de resoluciones temáticas y escénicas, y de capacidad técnica. Los creadores y grupos representaron diferentes orígenes, bitácoras, generaciones. Así, compartieron el espacio grupos como Seisenpunto de Rosario, dirigido por la legendaria Cristina Prates, que produce hace más de 20 años, y que llevó una obra de alta teatralidad, muy bien ejecutada por 5 bailarinas de asimétricas generaciones, dirigidas por Diego Ullúa, con espectáculos como el de la muy joven Laura Aguerreberry, que llevó su primera y bellísima obra, Patiecito patiecito, desde Buenos Aires. Tintes folklóricos y de clara tendencia neoclásica del grupo Citearte de La Rioja, convivieron con la tecnología desplegada en la compleja obra de la tucumana Marcela González Cortes y su grupo La Rendija. No faltó el humor de los jóvenes cordobeses, representado por Exequiel Herrera (más popular, más jovial) y por Rakhal Herrero (deconstructivista, irónico). También pudimos apreciar el gran nivel del grupo tucumano La Vorágine, que combina teatro y acrobacia aérea de mucha dificultad.
Completaron la programación grupos y alumnos de Tucumán, con intervenciones urbanas, la compañía Tusuna Danza Teatro de Jujuy, y el grupo Gristenia de Córdoba.
Por otro lado, en octubre de este año se llevó a cabo la quinta versión del Foro de Teatro Danza, esta vez de alcance nacional, pero que en sus orígenes abarcaba la zona. Todo comenzó cuando la profesora y coreógrafa Beatriz Labatte presentó en Jujuy su importante cuaderno editado por el INT, sobre el teatro danza. En esa ocasión se armaron verdaderos debates de mucha riqueza, por lo que se decidió seguir con los encuentros, abarcando no sólo la instancia de diálogo, sino también una de formación y otra de muestra de obras. La sala La vuelta del siglo y la Escuela Superior de Danza Norma Fontella, de Jujuy, fueron los responsables, junto al INT local, de llevar a cabo dichos eventos, mas la idea fue creciendo hasta contagiar o abrir sedes en otras ciudades como Salta el año pasado. Incluso esta ciudad será sede, en febrero, del 3º Encuentro Internacional de Danza y Performance.
Éstos son sólo ejemplos de una movida más que interesante y productiva, que abre oportunidades de desarrollo para los artistas del país, quienes comienzan a poner en valor su obra, su trabajo, y a la vez, a valorar el de los demás aprendiendo a coincidir o disentir con respeto y empatía.