Multifacética y multitemática, es una de las teatristas más talentosas de su generación. En esta charla, le devuelve al teatro parte de lo sagrado.
De dónde venimos
Venida de una familia que nada tiene que ver con lo teatral, la formación de Maruja Bustamante es tan ecléctica como su obra. Entre el Colegio Labardén y el Club de Teatro de Guillermo Bredeston, conoció a Helena Tritek quien es, hasta el día de hoy, su referencia permanente y su maestra. "Empecé a estudiar actuación con ella a los 17 y me marcó profundamente. Una de las cosas más importantes que me transmitió fue el amor por la poesía". El espectáculo Pessoa a persona es un ejemplo claro de ello. Estuvo con Tritek casi seis años en talleres de actuación, e incluso fue su asistente; hasta que, como corresponde a cualquier gran maestro, Tritek la instó a que se fuera. "Andá, tenés que hacer tus cosas, me dijo, y la verdad es que me sentí un poco mal". ¿Y después qué? Después vino el huracán José María Muscari y Catch; "Pensé que iba a ser más fácil hacer un desnudo, pero el cuerpo... fue duro". Por esa misma época presentó Fronterizos, en el ciclo 2002 de Teatro por la Identidad y, como herencia de la Tritek, Si no vuelvo no te asustes, obra que trabaja sobre el universo de los cuentos de Silvina Ocampo. No tenía ni un cuarto de siglo, y ya había debutado como actriz, directora y dramaturga.
Sin embargo esto recién comenzaba, porque finalizando los ´90 estudió dos años de montaje en la Universidad de Cine (FUC): "Pensé que era más fácil. Yo sola con una cámara podía contar una historia, no dependía de nadie". Vino después Ricardo Bartis: "Con él aprendí a trabajar con lo inmediato, con el estímulo permanente". Y finalmente llegó la carrera de dramaturgia en la Escuela de Arte Dramático (EAD), de la que reciencito nomás acaba de egresar y, con ella, el tercer maestro: Mauricio Kartun.
De a dos o tres puestas por temporada, asumiendo diferentes funciones, los años fueron pasando. Pero como no era suficiente, creó y co-organiza el Festival de la Escena Queer de Buenos Aires (del cual tendremos una entrega el año que viene, nuevamente en el Teatro El Cubo), a la vez que co-coordina, junto a Lisandro Rodríguez, Suiza: perfomances con "dos sillas, dos personajes, una tira de lamparitas de colores, quince minutos, total libertad para los artistas". Más los laboratorios, los talleres de montaje, etc., etc.
Adela entre los pat[h]os
Su último trabajo como directora y dramaturga, Adela está cazando patos, le trajo por fin un merecidísimo reconocimiento en la escena teatral, a la vez que funciona como botón de muestra de su singular proceso creativo. Nacido en la FUC como un ejercicio de guión para un mediometraje, mutó hacia el teatro en el taller de Kartun, con supervisión de Ariel Barchilón durante 2006. "Primero se me apareció una mujer cazadora", cuenta, haciendo referencia al personaje de Hedda Gabler, protagonista de la homónima pieza de Henrik Ibsen. Después aparecieron los personajes, que comenzaron a perfilarse como versiones hamletianas signadas por el pesimismo del fin del milenio en Argentina; y, como ingrediente final, el mito del Yasy Yateré, uno de los siete monstruos legendarios de la mitología guaraní, hijo de Kerana (la bella hija de Marangatú, uno de los primeros hombres que habitó la Tierra) y Taú (la personificación del espíritu del mal).
Todo esto, en conjunto, dio como resultado una obra que tenía más aires de tragedia que de comedia. "En el mito hay algo de lo fantástico que a mí me gusta, porque a la vez se cree en eso. Si a los mitos los sacás de contexto o se los contás a un extranjero, se ríe. Pero vas a Misiones y les hablás del Yasy Yateré, y se asustan".
La vuelta a lo sagrado
Es justamente el aspecto sagrado del mito, no sólo el cuentito o la fábula, una de las cosas que más le interesa a Bustamante. Ésa es herencia familiar directa. Por el lado materno, una búsqueda espiritual permanente: "todo lo que tiene que ver con lo sagrado, con lo religioso, mi mamá lo respeta mucho, más allá de sus elecciones a través de los años. Por ejemplo, íbamos siempre a la peregrinación de la Difunta Correa, no tanto por mi mamá, sino porque mi abuela era muy devota de ella". Por el lado paterno, una conciencia demasiado viva del aspecto sobrenatural del mundo: "mi papá es muy supersticioso, no es que hizo limpiar toda la casa con vinagre porque le parecía gracioso, lo hizo porque tenía miedo de que le pasara algo; mis tías abuelas de Uruguay se hacían gualichos entre ellas, ibas a la casa de una y tenía una gallina muerta que le había dejado otra". Incluso su mentora, Helena Tritek, "...es muy mística. Ya ella es rara. Siempre te dice cosas del tipo 'tené paciencia, ya va a llegar'. Lo dice de tal forma que pareciera que te está dando una fórmula mágica. Como si te tirara unos polvitos, que te van a dar resultado en un tiempo". Cruzar esta cuestión mítico-religiosa con las nuevas tecnologías es una de sus mayores inquietudes. Hoy día, por ejemplo, está trabajando en una miniserie para Internet, llamada Plan V. Ahí se encarga no sólo de la actuación, sino además de la dirección de varios capítulos.
A pesar de que el teatro tiene un origen sagrado, la progresiva laicización del mundo trajo la inevitable consecuencia de la laicización del teatro. En Argentina, principalmente, el "teatro inteligente" es el teatro comprometido políticamente, o los experimentos de los teatreros de vanguardia. Lo sagrado, asiduamente confundido con lo religioso, queda como último orejón del tarro. Por supuesto que esto no quiere decir que el teatro que tenemos sea malo; simplemente tiene intereses que van por otros carriles.
"Ahora pedí la beca de Iberescena para terminar mi obra Paraná Porá, en donde hay mucho de mito escatológico. Son dos mujeres que están en el fin del mundo; una de ellas está embarazada. La mitad de la obra va a estar hablada en guaraní; para eso estoy estudiando el idioma (...) Este tema a veces me marea, pero me gusta, esto del principio y del fin del mundo".
Bustamante para todo público
Este interés por lo sobrenatural, ya sea en versión monoteísta religiosa o politeísta pagana, es la base sobre la cual se estructura la teatralidad de Bustamante. Arriba de eso, la comicidad y lo profano.
Por eso ella piensa a sus obras como ATP, aptas para todo público. "Kartun se me ríe cuando le digo esto. No me dice por qué, pero se ríe. Debe pensar que mis obras son mucho más dark de lo que pienso". Y no creo que esté equivocado. Una visión de Hamlet en la que no hay nada que vengar, donde no hay orden que restablecer, es bastante difícil de digerir. Sin embargo, Maruja reafirma: "Cuando pienso quiénes están mirando mis obras, el abanico va desde mi primito hasta mi papá".
Igualmente sus expectativas con respecto al público no suelen cumplirse. No esperaba que la gente se riera en Adela está cazando patos. Sí una sonrisa esporádica por algunos pasos de comedia, pero no la carcajada permanente. "Pensé que me iban a acusar de solemne, de toda una cantidad de cosas de las que al final no se dio ninguna. Igualmente, no me molesta que se rían. Así como una amiga salió llorando sin poder decirme por qué, también acepto que otros se diviertan".